jueves, 19 de abril de 2012

Hemos llegado al llegadero

Por encima de las preferencias políticas, hemos llegado al llegadero.  Hemos perdido la confianza en nosotros mismos, desconfiamos del prójimo, andamos con los vidrios cerrados y con el seguro puesto, vemos a través de los espejos retrovisores si hay algo que nos despierte sospecha. Vivimos en un estrés permanente. Luego de escuchar, ver o leer la entrevista de Eladio Aponte A., tenemos que asumir que la moral, la ética y la mínima decencia, se han perdido, o tal vez muertos. Reconstruir el tejido moral es mucho más difícil que reconstruir la infraestructura del país. Hay valores que se pierden y es para siempre, la recuperación, nos puede costar varias generaciones, con un gran empeño en la educación, desde las guarderías hasta las universidades, pasando por las escuelas técnicas,  con varios periodos de Gobiernos honestos y transparentes, con la ayuda de las familias para poder construir un ciudadano respetuoso y fraternal. Desarmar a un malandro no es nada fácil, ya que este armado se siente alguien con poder y sin el arma es simplemente un muchacho ignorante, y a veces sin familia o con unos padres que no son el ejemplo edificante. Cuando hablamos de seis millones de armas en manos de civiles sin  porte de armas, no damos cuenta que es un reto inmenso.
Aunado a este drama social, tenemos un escenario productivo que está en los últimos puestos de nuestro continente, y tal vez del mundo. Las Empresas del Estado arruinadas, PDVSA que tiene un pasivo mucho más alto que los activos, esto quiere decir que es menos costoso crear una nueva PDVSA que tratar de reordenar a la actual que no solo está súper endeudada sino que tiene unas veinte denuncias internacionales que más temprano que tarde tendrán que enfrentar y cancelar.
No hay nada concluido, todo está estancado y lo que mal funciona, no tiene el mantenimiento debido. Los contratos sindicales en espera de sus actualizaciones, una burocracia que supera a los cinco millones de empleados públicos, cuando pudiera funcionar mejor con un millón y medio de empleados preparados y mejor remunerados. La radiografía de Venezuela demuestra un país enfermo, en terapia intensiva, los daños recibidos han sido muy fuertes; mortales. El endeudamiento es incalculable y el país desconoce la suma, creo que ni siquiera los Ministerios competentes conocen la suma de la deuda. Una cosa es cierta; es inmensa. Y lo grave es que nos seguimos endeudando, con bonos, con el fondo chino, y con quien esté dispuesto a prestarnos dineros. Todos sabemos que los países no cierran, pero caen en crisis muy dolorosas y  duraderas.
Lo que vamos a recibir es un caos desorganizado, una tremenda ensalada rusa o como decíamos hace tiempo, más enredado que un kilo de estopa. Un País que importa 45 mil millones de dólares al año. Casi todo lo que consumimos. Tenemos que confiar en las nuevas generaciones que son digitales y no cargan con el peso ni la culpa  del pasado; en el pasado incluyo por supuesto a estos maléficos 14 años. Debe haber nuevas maneras de administrar un País y creo que tenemos los profesionales adecuados para lograrlo, pero no será cosa de un periodo, y tal vez ni de dos.
Lo importante, es que los ciudadanos vean y sientan que hay una nueva manera de hacer las cosas.  Y sobre todo borrar la mentira del discurso oficial y decir la verdad aunque ella tenga ese famoso costo político. El costo más grande es que la gente por no creer en el Gobierno, escoja el camino equivocado. Necesitamos unos cirujanos que operen a la paciente: Venezuela, para que se cure y recupere la fuerza que guarda en sus entrañas.
Esta reflexión la hago y me la hago, para que no nos ilusionemos que bastará ganar las elecciones para que Venezuela sea la que deseamos que sea. Va a necesitar de mucho tiempo y de todo nuestro amor, paciencia y trabajo, para que la enferma se recupere. Yo estoy d
ispuesto. Estoy seguro que tu también.

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